viernes, 20 de abril de 2012

-Relato 3 Consuelo Alcayde


PACTO





Los  García eran el  prototipo, importado de Estados Unidos, de familia ideal. Al éxito profesional de Juan se le sumaba la exquisita  belleza de su esposa Marta. Se casaron  muy jóvenes, un accidente sin importancia había sido la causa, parecía ser que ella había quedado embarazada casi por un milagro, pues como contaron a los padres de ella, no se habían dado apenas cuenta de cómo sucedió. El resultado fue que siete meses después de una espléndida boda pagada íntegramente por los padres de Marta, nació Pepito, nombre que le pusieron en honor al padre de ésta,  lo que significó que la cuenta de la  costosa boda, junto a la de la celebración del bautizo, había  sido saldada. Tres años más tarde nació Blanca, ahora tiene nueve.

En estos momentos, a punto de llevar trece  años de casados, el triunfo profesional  de Juan puede haber llegado a lo más alto: ser nombrado el primer socio accionista europeo de  “Up Air”, una de las compañías aéreas americanas  más importantes de USA.

Ayer noche  llegaron  a Madrid desde Chicago, sede de la compañía, Mr y Mrs Smith. Juan fue a recogerlos solo, Marta y él habían discutido una vez más, y aunque finalmente llegaron  a un acuerdo, tuvo que excusarla diciendo que Marta  se había sentido indispuesta desde por la mañana, estaba agotada de toda la semana, y se había tenido que meter en la cama, como argumentó Juan con gesto de  resignación, ante la pregunta de Alice Smith.

Robert  Smith   es el actual  socio principal y mayor accionista de “Up  Air”, y  fue el que contrató a Juan hace ya más de cinco años, cuando decidieron probar a  ampliar la compañía por  Europa. Los interesantes resultados económicos conseguidos por  Juan a la cabeza de las oficinas  en España y la afición común por el golf, han hecho pensar  que será la oficina de  Madrid donde Juan es director, la primera sede oficial en Europa de  la compañía. Por eso, la reunión anual de este año se celebra por primera vez en Madrid.

El sábado tienen previsto almorzar  los cuatro solos en el Club de Golf y  después ellos dos jugarán un partido con otros socios que han   llegado de Inglaterra. Marta pasará la tarde con Alice porque a Alice le apetece ir de tiendas y aunque ella también  hubiera preferido jugar al golf, Juan le ha sugerido que sería más interesante que acompañara a Alice, ya que así,  además de distraer a la esposa del jefe, cosa que Robert le agradecería muchísimo, ella tendría ocasión de practicar su inglés que en tan pocas ocasiones tiene de hacerlo.



Para el domingo a las 13.30 se ha organizado un espléndido brunch en el restaurante Goya del  hotel Ritz, al que asistirán todos los directores de las oficinas europeas y los demás  socios americanos. Allí se dará a conocer el nombre del afortunado. Y aunque los indicios apuntan al Señor García, al matrimonio se le ve algo nervioso pues como Juan le ha comentado a Marta en más de una ocasión, con estos americanos nunca se sabe.





Marta se ha levantado temprano, prepara una mochila para Pepito y una maleta de Hello kitty para Blanca.     



-Hola.

-Hola.

-¿Queda café?

- Algo, mira en la cafetera.

-Hoy almorzamos con los Smith.

-Ya lo sé, lo hablamos ayer,¿no? Acabo de terminar de preparar las cosas de los niños. El partido de Pepito es a las diez, date prisa.

-¿El partido?

-Sí, Juan, el partido. Quedamos en que  tú lo llevarías, sabes que para él es importante que lo veas en la final.

-Bueno, sí. Te dije que lo llevaría pero comprenderás que esta mañana no estoy yo para partiditos del niño.

-Para Pepito es importante Juan, pensé que había quedado claro anoche. Espero que  lo que hablamos  no se te haya olvidado ya.

-No, pero no creo que sea tan imprescindible  que vayamos a verlo precisamente hoy, tengo cosas mucho más serias  en las que pensar. Ya, ya lo sé, pero puedes pensar en tus cosas mientras haces que te interesas por él, ¿no te parece? Además, estás acostumbrado a hacerlo, por lo menos conmigo te ha funcionado.

-Ya empezamos, te repito que hoy me tengo que centrar en mis asuntos.

-Querrás decir nuestros asuntos.

-Sí, claro, por eso mismo, son asuntos que nos atañen a los dos.

-Como todo lo demás Juan, pero parece que se te olvida que somos cuatro. ¿Crees que tu hijo tiene edad para entender que su padre se olvide de su final?

-Lo creo y deberías de entenderlo tú también.

-No, si lo entiendo, te entiendo. Pero tu hijo no tiene edad para ser más comprensivo con tu trabajo que tú con sus cosas.

-No seas idiota, ¡no irás a comparar!

-No, no comparo, no hay comparación. Pero no te preocupes, de lo dicho ni caso. Yo me  quedaré en el partido y me llevaré a Blanca. Almuerza tú con Alice y Robert y me escusas nuevamente. Ellos comprenderán.

-¡Estás loca! No puedes hacerme esto, Alice querrá charlar contigo, eres la única que habla inglés como ella, sabes que cuando alguien no la entiende se siente ofendida y además, espera que vayáis de tiendas juntas.

-Yo esperaba que tú cumplieras tu parte y acabas de demostrarme que no te enteraste de nada, o mejor dicho, que me dijiste que sí para hacer después lo que te diera  la gana, como siempre.

-Lo que me da la gana no, mi responsabilidad.

-Ah.

-¿Qué haces?

-Deshago las maletas de los niños. Iba a llevar a Blanca a casa de mis padres, se quedaría con ellos hasta el lunes que la dejarían en el colegio.

-¿Y con tu hijo?

-Pensaba que tú llevarías a tu hijo al partido y allí nos veríamos. Él ya ha hecho planes con Borja para irse a su casa el resto del fin de semana, he hablado con la madre de Borja hace un momento y me ha dicho que sin problema. No tendríamos  problemas de niños hasta el medio día del lunes que los recogeré a medio día del colegio.

También te dije ayer y espero que no se te haya olvidado ya,  que el lunes por la mañana tengo que llevar los papeles.Pero no pasa nada, vuelvo a organizarlo todo otra vez y tú haz lo que quieras.

-No seas histérica Marta, todo te lo tomas a la tremenda. Pensemos un poco.

-Pensar ¿qué?

-Está bien. Lo hacemos como tú dices, tal vez sea mejor.

-Como yo digo no, como habíamos quedado. Si tienes intención de no cumplir algo más  es mejor que me lo digas ahora.

-¡Joder  Martita, todo te lo tomas en serio, qué exagerada!

- Sí.







El partido ha sido emocionante. En los últimos minutos Borja metió el gol que desempató el partido. Juan los felicitó efusivamente pero sin acercarse mucho para no mancharse los zapatos.

-¡Bien hijo, bien! Aunque deberías haber sido tú el que marcases ese gol.

-¿Pero estás contento papá?

-Claro, ¿habéis ganado, no?  

-Se nos hace tarde Marta, venga, vamos.

Marta le dio la mochila a Pepito, saludó a los padres de Borja y con un disimulado abrazo para que su hijo no se molestara delante de los compañeros le dijo al oído: “eres un campeón, estoy orgullosa de ti”.







-¡Querida, qué delgada estás!

-Hola Alice, Robert, ¡Qué de tiempo! Tú estás guapísima Alice.

-Tiene razón Marta, realmente los años no pasan para ti Alice. –Dijo Juan.

-Tampoco por vosotros- Dijo Robert mirando a Alice de arriba abajo. Elige tú la comida Juan, estas en tus dominios.

-Bien- dijo Juan,-¿Vino blanco para empezar Alice?



Marta miró el reloj disimuladamente, ya no sabía de qué hablar. Alice apenas contestaba. A pesar de haberle dicho que estaba guapísima la encontraba bastante cambiada. Se le había puesto cara de pato, bueno, boca de pato pero sin pico. Su labio superior apoyaba sobre el inferior  de manera esparramada, como si le pesase muchísimo, cada vez que abría la boca parecía que emplease una energía desmesurado, como si de tanto esfuerzo por callar se le hubiera dado de sí el muelle que la ayudaba a mover los labios. Y  todavía quedaba la tarde de compras.

Robert y Juan animados con el vino no habían parado de charlar sobre la empresa, fundamentalmente  sobre los cotilleos del la empresa. Robert sonreía, Juan era un tipo ameno y de presencia impecable. Le daba palmadas en el hombro, le decía que se sentía  orgulloso de haber sido su descubridor. Alice también  habló poco con Juan, pero  pasó revista a todo su atuendo y le advirtió a Marta que no podían olvidar ninguna de las tiendas donde él se encargaba la ropa.

-Mi  Robert tiene  que llegar a Chicago con  ese aire tan europeo de tu marido Marta, será  la envidia de mis amigas.

Marta asintió con la cabeza y Robert que la observaba le sirvió una nueva copa de vino pero ella le dijo que ya tenía suficiente.

-¿Te encuentras bien hoy Marta?

-Sí, sí Robert, perfectamente, pensaba en los niños. Gracias.

-Verdad, los niños ¿qué tal están?

-Muy bien Robert. Esta mañana  hemos ido a ver un partido de fútbol de Pepito, era la final, se sentía feliz.

-¡Qué maravilla! Nosotros no nos perdemos ni una actuación de Kitty, está en la escuela de arte dramático, va a ser muy buena actriz.

-No le hagáis caso, exagera.- Dijo Alice.





Marta por fin llegó a casa. Se quitó los zapatos y se tumbó boca a arriba en la cama de Blanca, Juan todavía no había llegado. Escuchó las llaves en la cerradura cerca de las dos de la mañana.Él la vio dormida y no se atrevió a despertarla. La casa olio a perfume barato.





La sala preparada para el Brunch se veía impresionante. Una exquisita selección de aperitivos como tortilla, croquetas, pimientos de Guernica,  cremas frías  y calientes adornaban todo el bufé. Las ensaladas de trigueros, calabaza, remolacha y hasta una de cocido madrileño se podían servir en pequeños cuencos facilitados por atentos camareros. Los platos fríos de rosbif o pechuga de pavo y los  calientes como el medallón de merluza o el pastel de rape eran las estrellas de todo lo que presentaba el bufé. Los buñuelos de nata y la tarta de manzana daban el final dulce al acontecimiento, pero por  supuesto, los sunny o scrambling  eggs , salchichas, tocino, panqueques, tostadas y zumos no faltaron,  hubiera sido una descortesía o peor, un insulto a los que hoy, les daban de comer.

Juan estaba inundado de satisfacción. Su nombramiento y bienvenida como nuevo socio fue emocionante, todo el mundo parecía satisfecho y llenos de admiración, que el primer socio europeo fuera un español era un éxito para todos los de la oficina.

Juan se mostraba encantador. Lo primero que hizo al escuchar su nombre fue besar a Marta sensualmente delante de todos y le dijo entre sus brazos:

-Lo conseguí Marta, lo conseguí. Marta no dijo nada, apretó los labios y su mirada se cruzó con la de Robert  mientras  Juan,  a lo  George Clooney  saludaba a todo el mundo.

-Realmente hacen una pareja encantadora, un modelo para la firma- le dijo Robert a Alice.





Juan abrió la puerta de la casa y la dejó pasar, no era tarde pero la casa ya estaba a oscuras.

-Estoy agotado, ¿Quieres una última copa Marta?

-No gracias, quiero descansar.

-Podríamos hacerlo juntos, el beso que te he dado allí me ha recordado muchas cosas.

-Y a mí, espera. Marta abrió el escritorio del salón y le dio unos papeles a Juan. Ten, a mi tu beso me supo firma.



Juan tenía urgencia por abrazar a Marta, no podía aguantar ni un minuto más, ese beso en el momento de su triunfo le había despertado la necesidad de verla nuevamente rendida en sus brazos, deseaba que lo desease como el primer día, necesitaba ver aquellos ojos que no paraban de mirarle atentamente cuando él hablaba, deseaba sentir la tranquilidad que le proporcionaba verla excitada, vibrar con la ilusión febril en sus ojos y firmó. Firmó el convenio, única condición que ella le había pedido tres meses atrás, si quería que permaneciera a su lado hasta conseguir su objetivo. Por fin lo había hecho.

-Te deseo Marta, eso de no estar ya casados me pone cachondo, ¿a ti no?

Marta se dejó besar y cuando Juan se desabrochó la camisa el olor del  el pecho de su marido la hizo contrariarse, él la cogió en brazos y la llevó al dormitorio.





-Bien, lo conseguiste. Juan encendió un cigarro

-Sí, lo conseguimos. Pero no he llegado hasta aquí sola, esto ha sido cosa de los dos, como tu nombramiento. Eso tampoco lo conseguiste tú solo, no es tan malo admitirlo. Marta miró el cuerpo desnudo de su…de Juan y comprendió que lo que ahora encontraba en él podía hacerlo en cualquier otro.

-Lo admito Marta, como tú debes admitir que también  has conseguido tu objetivo, el fin justifica los medios, ¿no?

-Tal vez para ti, pero no olvides que nosotros somos el medio, Juan.




1 comentario:

  1. En la frase: "parecía ser que ella había quedado embarazada casi por un milagro, pues como contaron a los padres de ella, no se habían dado apenas cuenta de cómo sucedió", parece que el narrador habla en tono irónico o sabiendo lo que piensan los personajes.

    Los tiempos verbales están raros, como en: "El partido ha sido emocionante. En los últimos minutos Borja metió el gol que desempató el partido. Juan los felicitó efusivamente pero sin acercarse mucho para no mancharse los zapatos".
    Después dice: "Bien- dijo Juan". Y ahora está en pretérito perfecto.

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