PACTO
Los García eran el prototipo, importado de Estados Unidos, de
familia ideal. Al éxito profesional de Juan se le sumaba la exquisita belleza de su esposa Marta. Se casaron muy jóvenes, un accidente sin importancia
había sido la causa, parecía ser que ella había quedado embarazada casi por un
milagro, pues como contaron a los padres de ella, no se habían dado apenas
cuenta de cómo sucedió. El resultado fue que siete meses después de una
espléndida boda pagada íntegramente por los padres de Marta, nació Pepito, nombre
que le pusieron en honor al padre de ésta,
lo que significó que la cuenta de la costosa boda, junto a la de la celebración del
bautizo, había sido saldada. Tres años
más tarde nació Blanca, ahora tiene nueve.
En estos momentos, a punto de llevar trece años de casados, el triunfo profesional de Juan puede haber llegado a lo más alto: ser
nombrado el primer socio accionista europeo de
“Up Air”, una de las compañías aéreas americanas más importantes de USA.
Ayer noche llegaron
a Madrid desde Chicago, sede de la compañía, Mr y Mrs Smith. Juan fue a
recogerlos solo, Marta y él habían discutido una vez más, y aunque finalmente
llegaron a un acuerdo, tuvo que
excusarla diciendo que Marta se había
sentido indispuesta desde por la mañana, estaba agotada de toda la semana, y se
había tenido que meter en la cama, como argumentó Juan con gesto de resignación, ante la pregunta de Alice Smith.
Robert
Smith es el actual socio principal y mayor accionista de “Up Air”, y fue el que contrató a Juan hace ya más de
cinco años, cuando decidieron probar a ampliar la compañía por Europa. Los interesantes resultados económicos
conseguidos por Juan a la cabeza de las
oficinas en España y la afición común
por el golf, han hecho pensar que será
la oficina de Madrid donde Juan es
director, la primera sede oficial en Europa de la compañía. Por eso, la reunión anual de este
año se celebra por primera vez en Madrid.
El sábado tienen previsto almorzar los cuatro solos en el Club de Golf y después ellos dos jugarán un partido con
otros socios que han llegado de
Inglaterra. Marta pasará la tarde con Alice porque a Alice le apetece ir de
tiendas y aunque ella también hubiera
preferido jugar al golf, Juan le ha sugerido que sería más interesante que
acompañara a Alice, ya que así, además
de distraer a la esposa del jefe, cosa que Robert le agradecería muchísimo,
ella tendría ocasión de practicar su inglés que en tan pocas ocasiones tiene de
hacerlo.
Para el domingo a las 13.30 se ha
organizado un espléndido brunch en el restaurante Goya del hotel Ritz, al que asistirán todos los
directores de las oficinas europeas y los demás
socios americanos. Allí se dará a conocer el nombre del afortunado. Y aunque
los indicios apuntan al Señor García, al matrimonio se le ve algo nervioso pues
como Juan le ha comentado a Marta en más de una ocasión, con estos americanos
nunca se sabe.
Marta se ha levantado temprano, prepara una
mochila para Pepito y una maleta de Hello kitty para Blanca.
-Hola.
-Hola.
-¿Queda café?
- Algo, mira en la cafetera.
-Hoy almorzamos con los Smith.
-Ya lo sé, lo hablamos ayer,¿no? Acabo de
terminar de preparar las cosas de los niños. El partido de Pepito es a las
diez, date prisa.
-¿El partido?
-Sí, Juan, el partido. Quedamos en que tú lo llevarías, sabes que para él es
importante que lo veas en la final.
-Bueno, sí. Te dije que lo llevaría pero
comprenderás que esta mañana no estoy yo para partiditos del niño.
-Para Pepito es importante Juan, pensé que
había quedado claro anoche. Espero que lo que hablamos no se te haya olvidado ya.
-No, pero no creo que sea tan
imprescindible que vayamos a verlo
precisamente hoy, tengo cosas mucho más serias en las que pensar. Ya, ya lo sé, pero puedes
pensar en tus cosas mientras haces que te interesas por él, ¿no te parece?
Además, estás acostumbrado a hacerlo, por lo menos conmigo te ha funcionado.
-Ya empezamos, te repito que hoy me tengo
que centrar en mis asuntos.
-Querrás decir nuestros asuntos.
-Sí, claro, por eso mismo, son asuntos que
nos atañen a los dos.
-Como todo lo demás Juan, pero parece que
se te olvida que somos cuatro. ¿Crees que tu hijo tiene edad para entender que
su padre se olvide de su final?
-Lo creo y deberías de entenderlo tú
también.
-No, si lo entiendo, te entiendo. Pero tu
hijo no tiene edad para ser más comprensivo con tu trabajo que tú con sus
cosas.
-No seas idiota, ¡no irás a comparar!
-No, no comparo, no hay comparación. Pero
no te preocupes, de lo dicho ni caso. Yo me
quedaré en el partido y me llevaré a Blanca. Almuerza tú con Alice y
Robert y me escusas nuevamente. Ellos comprenderán.
-¡Estás loca! No puedes hacerme esto, Alice
querrá charlar contigo, eres la única que habla inglés como ella, sabes que
cuando alguien no la entiende se siente ofendida y además, espera que vayáis de
tiendas juntas.
-Yo esperaba que tú cumplieras tu parte y
acabas de demostrarme que no te enteraste de nada, o mejor dicho, que me
dijiste que sí para hacer después lo que te diera la gana, como siempre.
-Lo que me da la gana no, mi
responsabilidad.
-Ah.
-¿Qué haces?
-Deshago las maletas de los niños. Iba a
llevar a Blanca a casa de mis padres, se quedaría con ellos hasta el lunes que
la dejarían en el colegio.
-¿Y con tu hijo?
-Pensaba que tú llevarías a tu hijo al
partido y allí nos veríamos. Él ya ha hecho planes con Borja para irse a su
casa el resto del fin de semana, he hablado con la madre de Borja hace un
momento y me ha dicho que sin problema. No tendríamos problemas de niños hasta el medio día del lunes
que los recogeré a medio día del colegio.
También te dije ayer y espero que no se te
haya olvidado ya, que el lunes por la
mañana tengo que llevar los papeles.Pero no pasa nada, vuelvo a organizarlo
todo otra vez y tú haz lo que quieras.
-No seas histérica Marta, todo te lo tomas
a la tremenda. Pensemos un poco.
-Pensar ¿qué?
-Está bien. Lo hacemos como tú dices, tal
vez sea mejor.
-Como yo digo no, como habíamos quedado. Si
tienes intención de no cumplir algo más es mejor que me lo digas ahora.
-¡Joder Martita, todo te lo tomas en serio, qué
exagerada!
- Sí.
El partido ha sido emocionante. En los
últimos minutos Borja metió el gol que desempató el partido. Juan los felicitó
efusivamente pero sin acercarse mucho para no mancharse los zapatos.
-¡Bien hijo, bien! Aunque deberías haber
sido tú el que marcases ese gol.
-¿Pero estás contento papá?
-Claro, ¿habéis ganado, no?
-Se nos hace tarde Marta, venga, vamos.
Marta le dio la mochila a Pepito, saludó a
los padres de Borja y con un disimulado abrazo para que su hijo no se molestara
delante de los compañeros le dijo al oído: “eres un campeón, estoy orgullosa de
ti”.
-¡Querida, qué delgada estás!
-Hola Alice, Robert, ¡Qué de tiempo! Tú
estás guapísima Alice.
-Tiene razón Marta, realmente los años no
pasan para ti Alice. –Dijo Juan.
-Tampoco por vosotros- Dijo Robert mirando
a Alice de arriba abajo. Elige tú la comida Juan, estas en tus dominios.
-Bien- dijo Juan,-¿Vino blanco para empezar
Alice?
Marta miró el reloj disimuladamente, ya no
sabía de qué hablar. Alice apenas contestaba. A pesar de haberle dicho que
estaba guapísima la encontraba bastante cambiada. Se le había puesto cara de
pato, bueno, boca de pato pero sin pico. Su labio superior apoyaba sobre el
inferior de manera esparramada, como si
le pesase muchísimo, cada vez que abría la boca parecía que emplease una
energía desmesurado, como si de tanto esfuerzo por callar se le hubiera dado de
sí el muelle que la ayudaba a mover los labios. Y todavía quedaba la tarde de compras.
Robert y Juan animados con el vino no habían
parado de charlar sobre la empresa, fundamentalmente sobre los cotilleos del la empresa. Robert
sonreía, Juan era un tipo ameno y de presencia impecable. Le daba palmadas en
el hombro, le decía que se sentía orgulloso de haber sido su descubridor. Alice
también habló poco con Juan, pero pasó revista a todo su atuendo y le advirtió
a Marta que no podían olvidar ninguna de las tiendas donde él se encargaba la
ropa.
-Mi
Robert tiene que llegar a Chicago
con ese aire tan europeo de tu marido
Marta, será la envidia de mis amigas.
Marta asintió con la cabeza y Robert que la
observaba le sirvió una nueva copa de vino pero ella le dijo que ya tenía
suficiente.
-¿Te encuentras bien hoy Marta?
-Sí, sí Robert, perfectamente, pensaba en
los niños. Gracias.
-Verdad, los niños ¿qué tal están?
-Muy bien Robert. Esta mañana hemos ido a ver un partido de fútbol de
Pepito, era la final, se sentía feliz.
-¡Qué maravilla! Nosotros no nos perdemos
ni una actuación de Kitty, está en la escuela de arte dramático, va a ser muy
buena actriz.
-No le hagáis caso, exagera.- Dijo Alice.
Marta por fin llegó a casa. Se quitó los
zapatos y se tumbó boca a arriba en la cama de Blanca, Juan todavía no había
llegado. Escuchó las llaves en la cerradura cerca de las dos de la mañana.Él la
vio dormida y no se atrevió a despertarla. La casa olio a perfume barato.
La sala preparada para el Brunch se veía
impresionante. Una exquisita selección de aperitivos como tortilla, croquetas,
pimientos de Guernica, cremas frías y calientes adornaban todo el bufé. Las
ensaladas de trigueros, calabaza, remolacha y hasta una de cocido madrileño se
podían servir en pequeños cuencos facilitados por atentos camareros. Los platos
fríos de rosbif o pechuga de pavo y los
calientes como el medallón de merluza o el pastel de rape eran las
estrellas de todo lo que presentaba el bufé. Los buñuelos de nata y la tarta de
manzana daban el final dulce al acontecimiento, pero por supuesto, los sunny o scrambling eggs , salchichas, tocino, panqueques,
tostadas y zumos no faltaron, hubiera
sido una descortesía o peor, un insulto a los que hoy, les daban de comer.
Juan estaba inundado de satisfacción. Su
nombramiento y bienvenida como nuevo socio fue emocionante, todo el mundo
parecía satisfecho y llenos de admiración, que el primer socio europeo fuera un
español era un éxito para todos los de la oficina.
Juan se mostraba encantador. Lo primero que
hizo al escuchar su nombre fue besar a Marta sensualmente delante de todos y le
dijo entre sus brazos:
-Lo conseguí Marta, lo conseguí. Marta no
dijo nada, apretó los labios y su mirada se cruzó con la de Robert mientras
Juan, a lo George Clooney saludaba a todo el mundo.
-Realmente hacen una pareja encantadora, un
modelo para la firma- le dijo Robert a Alice.
Juan abrió la puerta de la casa y la dejó
pasar, no era tarde pero la casa ya estaba a oscuras.
-Estoy agotado, ¿Quieres una última copa
Marta?
-No gracias, quiero descansar.
-Podríamos hacerlo juntos, el beso que te
he dado allí me ha recordado muchas cosas.
-Y a mí, espera. Marta abrió el escritorio
del salón y le dio unos papeles a Juan. Ten, a mi tu beso me supo firma.
Juan tenía urgencia por abrazar a Marta, no
podía aguantar ni un minuto más, ese beso en el momento de su triunfo le había
despertado la necesidad de verla nuevamente rendida en sus brazos, deseaba que
lo desease como el primer día, necesitaba ver aquellos ojos que no paraban de
mirarle atentamente cuando él hablaba, deseaba sentir la tranquilidad que le
proporcionaba verla excitada, vibrar con la ilusión febril en sus ojos y firmó.
Firmó el convenio, única condición que ella le había pedido tres meses atrás,
si quería que permaneciera a su lado hasta conseguir su objetivo. Por fin lo
había hecho.
-Te deseo Marta, eso de no estar ya casados
me pone cachondo, ¿a ti no?
Marta se dejó besar y cuando Juan se
desabrochó la camisa el olor del el
pecho de su marido la hizo contrariarse, él la cogió en brazos y la llevó al
dormitorio.
-Bien, lo conseguiste. Juan encendió un
cigarro
-Sí, lo conseguimos. Pero no he llegado
hasta aquí sola, esto ha sido cosa de los dos, como tu nombramiento. Eso
tampoco lo conseguiste tú solo, no es tan malo admitirlo. Marta miró el cuerpo
desnudo de su…de Juan y comprendió que lo que ahora encontraba en él podía
hacerlo en cualquier otro.
-Lo admito Marta, como tú debes admitir que
también has conseguido tu objetivo, el
fin justifica los medios, ¿no?
-Tal vez para ti, pero no olvides que
nosotros somos el medio, Juan.
En la frase: "parecía ser que ella había quedado embarazada casi por un milagro, pues como contaron a los padres de ella, no se habían dado apenas cuenta de cómo sucedió", parece que el narrador habla en tono irónico o sabiendo lo que piensan los personajes.
ResponderEliminarLos tiempos verbales están raros, como en: "El partido ha sido emocionante. En los últimos minutos Borja metió el gol que desempató el partido. Juan los felicitó efusivamente pero sin acercarse mucho para no mancharse los zapatos".
Después dice: "Bien- dijo Juan". Y ahora está en pretérito perfecto.