viernes, 8 de junio de 2012

Relato 2 de Joaquín Jáuregui



El Sobre.

 Abre el puto sobre, que estas esperando – dice nerviosamente  Sandra, mientras toma una taza de café, en una de las terrazas del centro.
-       No me atrevo, me da miedo -  contesta Marcela, mientras mira fijamente un sobre blanco, que está sobre la mesa.
-       Vamos a ver, ese sobre debería tenerlo yo, por que soy tu hermana mayor.
-       Marcela – Toma el sobre y lo tienen ahora ella en sus manos.
-       Perdón, mira tu serás la mayor, pero yo estuve con ella hasta los últimos días, así que sin duda alguna, tengo mucho más derecho que tu de abrirlo y tenerlo – toma el sobre y ahora es ella quien lo tiene en la mano.
-       Pero Marcela, como puedes decir algo así, yo no podía estar con ella siempre, por que tenía que trabajar, si no era por mi trabajo quien pagaba las medicinas, las quimioterapias, y todo eso, eres realmente una mala persona – lo dice con los ojos súper brillosos y con las dos manos tapándose la cara.
-       No se trata del dinero, se trata del tiempo que uno le dedica a la persona, la calidad, la venías a ver una vez al mes como mucho, eso a ella la tenía muy consumida y triste, decía que no entendía – lo dice con los ojos brillosos y las dos manos tapándose la cara.
-       Venga, abre el sobre ya, que estás esperando, tengo cosas que hacer – lo dice llevándose el café a la boca.
-       Ese es tu problema, te lo estoy diciendo, siempre tienes algo que hacer, pues ahora te esperas, por que yo quiero un trozo de tarta – llama al camarero y le pide un trozo de tarta de chocolate.
-       Marcela, te vas a poner como una cerda – le quita el sobre de las manos.
-       Mira Sandra, yo puedo darme estos lujos, la única cerda aquí eres tu – le quita otra vez el sobre de las manos.
-       Hay Marcelita, por dios, como se nota que te has pasado la mitad de tu vida cuidando a mamá, eres la típica solterona amargada que no ha tenido un puto orgasmo en la vida, por eso te refugias en el chocolate y el azúcar, cerda. Lo dice fuerte y soltando una carcajada que llama la atención de toda la terraza.
-       Que chistosa – dice Marcela, riendo nerviosa, mientras mira a la gente de su alrededor.
-       Pues lo que yo prefiero es estar así, a ser una mujer cornuda y que como si fuera poco la dejaron abandonada por una mujer 15 años menor, claro por eso te refugias en vestirte como una putilla de 25 años, teniendo 50, mujer por favor mírate – lo dice fuerte y suelta una carcajada que vuelve a llamar la atención de toda la terraza.
-       Mira Marcela, abre el puto sobre ya, que sino lo abres ya, la taza de café que te voy a tirar te desfigurara tu feo rostro – lo dice mientras le pide al camarero otro café.
-       Sabes que Sandra, vete, he pensado y no voy a abrir, es más lo voy a guardar y lo voy a abrir en casa antes de dormirme sola, después de ver el pronóstico del tiempo – lo dice disfrutando la tarta de chocolate a más no poder.
-       Marcela, me has tocado los cojones, ya no voy a tolerar esto – se para de la silla gritando, toda la terraza esta mirando impresionada del escándalo.
-       Abre el sobre ya, creo que tengo el mismo derecho que tú, te acuerdas cuando murió papá, quien estuvo al lado de mamá, todo ese tiempo, yo, mientras tu te fuiste a Nueva Zelanda a recoger Kiwis, yo seque cada lágrima y estuve cada noche desvelada con mamá – cada vez grita más fuerte y rompe a llorar.
-       Mira Sandra, el tema de papa déjalo fuera por que sabes que con ese tema no – lo dice muy calmada mientras la otra sigue llorando y fuera de control.
-       Que ese tema no Marcela? Nunca hablas del tema, por que sabes que nos dejaste solas, eso no se le hace a la gente de tu familia, de tu sangre – llora mientras la gente de la terraza esta asombrada pero se hacen los tontos.
-       Sandra, que el tema de papá no se toca, mierda – se para furiosa y gritando, ahora están las dos paradas frente a frente.
-       Las dos tenemos el mismo derecho, ábrelo Marcela y terminemos con esto de una vez – se sienta
-       Ok, voy a pagar la cuenta, obvio que pago yo, tu no tienes ni para el autobús – le hace una señal al camarero de que traiga la cuenta.
-       Yo tengo para lo mio gracias – revisa la cuenta y pone cada una la parte que le corresponde, quedan las dos mirando para lados distintos y en silencio.
-       Ok, voy a abrirlo – saca el sobre y lo deja en la mesa.
-       ¿Que puede ser?
-       Pues no lo sé, es más no sé la suma, que yo sepa riquezas no tenemos como familia, ni tierras, pero algo será – lo dice mirando fijamente el sobre.
-       Promete que lo dividimos en partes iguales, ya? Lo dice mirando fijamente el sobre.
-       Ok – responde Marcela mientras rompe el sobre.
-       Que dice – pregunta con mucho nerviosismo.
-       No lo sé no me atrevo a verlo – llama al camarero y pide dos wisky
-       Aquí está – saca una hoja blanca con una foto dentro en la que aparecen con su padre y su madre fallecida, es una foto familiar muy antigua.
-       ¿Una foto? - Pregunta Sandra con los ojos llenos de lágrimas.
-       Sí, una foto, la única que hay de los 4 – toma a foto con los ojos llenos de lágrimas.
-       ¿Nada más? - Pregunta Sandra bebiéndose el wisky de una sola vez.
-       Nada más hermana – tomándose el hasta la última gota de su wisky.
-       ¿Tienes para pagar el wisky hermana? - Lo dice mientras arregla sus cosas para irse.
-       No hermana y tu tampoco veo – lo dice mientras arregla sus cosas también para irse.
-       No tampoco, ¿ya sabes que hacer no? Dice mirando hacia donde está el camarero.
-       Ok, a la de tres nos vamos, 1,2,3, - salen rápido sin mirar atrás.

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