lunes, 7 de mayo de 2012

Relato 3. Hugo Mazón Núñez


Cuestión de suerte

Lanza la moneda al aire mientras contempla los barrotes que le encierran. Durante su caída se fija en las porras de los funcionarios de prisiones, las miradas temerosas de los presos que rellenan decenas de celdas saturadas por la falta de inversión pública y los focos de luz que alienan el día a día de los internos. Macarras, yonquis y ex campeones de los billares pueblan una de las prisiones más saturadas del país. Al coger la moneda con el dorso de la mano hace un gesto rápido que la tapa de forma que nunca sabrá si la fortuna le daba la cara o por el contrario la tenía de espaldas.
Vuelve a lanzar la moneda.

***

Afronta el camino que le lleva de regreso a casa. Se cruza con Leandro, que le da la mano. “¿Qué tal María?”, le lanza la pregunta con una sonrisa que le achina unos ojos que, antes de haberse perdido entre el gesto amable, comenzaban a ponerse cristalinos por la emoción. Él le contesta que muy bien, “ya queda casi nada, en unas semanas estará de parto”. “Ya os tocaba una alegría después de tanto mal trago”, él asiente con sumisión a la afirmación, se despide agradeciendo las palabras con franqueza y se va dejándolo atrás y poniendo rumbo a casa.

***

  • Siempre te dije que no era tu tipo -continúa mientras corta las cebollas del sofrito-. Ese “criajo” es de la peor calaña del pueblo. Su padre se drogaba, su madre era una ladrona y él... ¡ni siquiera tú sabes de dónde saca el dinero!
  • Mamá deja de meterte con él. Me quiere, para mí es suficiente.
  • Hija lo que llevas en la barriga no come amor ni esperanzas. Lo que llevas en la barriga se alimenta de comida y necesita un ambiente en el que criarse que no creo que un drogadicto pueda garantizar.
  • ¡Él no toma nada!
  • ¡Pues si no es él será el abuelo!, pero a la larga tu niño crecerá rodeado de inmundicia -terminó de repasar unos puerros, se dio la vuelta y cogió la carne-. ¿Crees que ese es un buen ambiente? Si me hubieras hecho caso con Álvaro...
  • Álvaro era un gilipollas que además me engañaba con medio pueblo, ¿por qué no dejas de recordarlo de una puta vez?
  • Los hombres son así, te quieren y te engañan. Álvaro por lo menos tenía oficio y beneficio, te habría mantenido hasta el final. Además hablas de él como si fuera un santo ¿Acaso este no te va a engañar? Si tienes ese niño nada más que te queda sudor y sufrimiento ya verás, lo que llevas en el vientre será tu propia condena...

***

  • Es difícil de explicar, él es un amigo de mi padre y cada día me va mandando tareas. Soy algo así como... -esquiva su mirada unos segundos como intentando buscar en las paredes la palabra que le falta- ...su secretaria.
  • ¡Pero todo el mundo sabe que es un jodido mafioso! Eres el chico de los recados de un tipejo.
  • Un mafioso que me ha dado una oportunidad. Nadie en toda la zona me ha ofrecido un solo empleo cuando ha sabido quién es mi padre. Él por lo menos me ha dado la posibilidad de trabajar y ganarme un dinero que quizás no es honrado, pero por lo menos es suficiente para mantenerte a ti y al niño -Se levanta, se acerca a la nevera y coge uno de los botellines de cerveza que guarda en el cajón-. Hasta ahora he intentado sobrevivir siendo legal. He trabajado de mensajero, de repartidor, de chico de los recados... redimiendo la reputación que mi padre se ganó a pulso, ¡cómo si fuera culpa mía que esté enganchado a todo! Sin embargo sólo he conseguido malvivir y fracasar.
  • Has tenido mala suerte...
  • ¡Mala suerte!- un grito furioso rompe la tensa tranquilidad de la conversación- ¡He visto como todos los cretinos que comenzaban sus carreras detrás mía me han ido superandome en todas las empresas y ¿sabes por qué?- no da tiempo a responder- ¡Por qué mi padre fue un yonqui, sólo por eso! Ni siquiera tu madre me soporta.
  • ¡No metas a mi madre en esto!
  • No lo haría si no fuera otra más de esas víboras que disfrutan despellejando a la gente como yo. Como ella está casada con un abogado cree tener la potestad de criticar todo lo que quede por debajo suya, como si no supiera que él se va de putas cada fin de semana -gesticula intentando ridiculizar los actos de su suegra- ¿Crees que no he visto cómo me mira?
  • Pero el mundo en el que te estas metiendo es muy peligroso -alega intentando esquivar los trapos sucios de su familia-. Esos negocios chanchulleros. La droga, la prostitución. Se rumorea que ha llegado a negociar con armas. ¡Armas! ¿No te das cuenta que ese no es ambiente para traer un hijo?
  • ¿Sabes cuál es la única diferencia entre esos negocios, los de tu padre o los del pipiolo ese con el que vivías antes?¿Cómo se llamaba? El banquero...
  • Álvaro
  • Ese, ¡el cretino ese! La única diferencia entre él y mi jefe es que él paga impuestos. ¿O crees que esos payasos se dedican sólo a invertir en bolsa?
  • ¡No pienso vivir de las propinas de un mafioso!, no voy a traer al mundo un hijo para que sea carne de cañón en las calles. Cualquier día apareces en una cuneta y ¿entonces qué?

***

Atraviesa la puerta y la ve. Virutas de sangre se reparten por todas las paredes del salón. Su madre sostiene el teléfono con unas manos manchadas junto ala mesita que hay tras el televisor. “¿Cómo has podido hija de puta?” Ella no tiene tiempo de escapar. Tras el grito intenta correr hacia la cocina. Él la intercepta junto a la puerta y comienza a golpearla mezclando su sangre con la que salpicaba el suelo. Cuando deja de moverse se acerca a su mujer, que yace en el suelo desangrándose por una herida que le atraviesa el cuello. Ahora que todo parecía sonreír. Tan sólo un instante después llega la policía. Al mirar hacia la puerta ve una carta en el sofá. “Para Joaquín”.

***

  • (... ) Cuando llegó a casa vio a su mujer tendida muerta en el suelo y a su suegra junto a ella se conoce que se le cruzó el nervio, se fue a por ella y la mató a golpes con sus propias manos. Él, que toda la vida se había dedicado a limpiar la memoria de su padre al final resultó ser otro pieza...
  • Y dice usted que es su vecino...
  • Desde que se mudaron al barrio. Aunque en un pueblo tan pequeño nos conocemos todos. Yo fui con él al colegio y lo conocía desde crio y siempre ha sido un chico solitario. La verdad que se hace difícil pensar la situación. Yo, que le vi apenas unos minutos antes de que pasara todo. Tan ilusionado que estaba con su niño... Una pena lo que ha ocurrido.

***

La moneda cae de nuevo en el dorso de su mano. Se detiene mirándose la piel, como si la pudiera atravesar. ¿Será cuestión de suerte?
Vuelve a lanzar la moneda.


1 comentario:

  1. El narrador externo deficiente no puede hacer preguntas del tipo: "¿Será cuestión de suerte?".

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