jueves, 29 de marzo de 2012

-Relato 2 Rocío Rojas-Marcos


DESPISTE

-Lo siento, lo siento de verdad, estaba mirando que no viniesen coches por la izquierda y no me di cuenta de que habías frenado.

-No pasa nada, mala suerte. Del todo terreno negro se ha bajado un niño, debe tener el carnet recién sacado y ella ha venido a estropearle el día.

-Ya... ¡Qué rabia!

Inés no conduce mal pero se está dando cuenta, de un tiempo a esta parte, que cuando tiene muchas cosas en la cabeza sus pensamientos están en eso y no se centra en el volante. O peor aún, en todo lo que la rodea. El problema no es tanto ella como los demás, que desde luego no saben que los pensamientos de Inés están -esa mañana- entre Pedro Páramo y el viajero de una noche de invierno. En cualquier sitio más interesante que en los carriles de la calle por la que circula.

-Tengo un poco de prisa y como la culpa ha sido mía, si quieres te doy mi número de teléfono y ya hablamos para dar parte al seguro. Inés quiere huir de ahí, no escaparse, ni timar a ese pobre chaval, simplemente huir. Es más fácil vivir entre párrafos de libros, allí los accidentes les pasan a otros. En los libros la realidad es amoldable a las esquinas de cada página, no se desborda de sus límites físicos. Los mundos alternativos por los que puede ir buceando nunca son reales.

-Bueno, la verdad es que me gustaría rellenar el parte ahora si no mi padre me la va a liar. La cara de agobio conmueve a Inés. Se lo está imaginando en una de sus novelas suplicándole ayuda.

-Sí, tienes razón, voy a buscar uno y lo rellenamos en un momento, pero no te preocupes, yo te he dado por detrás, la culpa es mía. Abre la puerta del copiloto y de medio lado, en una postura muy forzada, de la guantera saca la carpeta donde tiene los papeles del coche. Aquí tengo un parte, toma ve poniendo tus datos.

-Gracias. El chaval empieza a leer detenidamente cada apartado -¿Sabes qué tengo que poner aquí? Le señala uno de los recuadros.

-Saca los papeles del coche y vamos buscando, en principio todo debe estar ahí. Inés mira la hora, va a llegar tardísimo a la reunión y está empezando a ponerse nerviosa. Tengo un poco de prisa, ¡pon lo que sea!.

Mientras el chaval rellena sus datos, Inés se pone a buscar qué ha podido hacerle a ese rinoceronte al chocarse contra él. Por la pena de imaginárselo desvalido, protagonista de alguna novela, se han puesto a hacer papeles sin haber mirado si había pasado algo.

-Perdona, antes de seguir, es que creo que no te he hecho nada en el coche.

-Eh...Se vuelve, deja el bolígrafo sobre el capó donde estaba apoyado escribiendo y va hacia la parte de atrás de su coche. Mira detenidamente el coche y por un momento no sabe ni qué contestar, la verdad es que no ve nada...-Sí, mira este piloto antiniebla se ha roto y de verdad que no lo estaba. Mi padre siempre tiene el coche impecable.

-Pero yo creo que me he abollado el capó aquí, encima de la rejilla. Ha debido ser con la rueda de repuesto ¿cómo he podido entonces haberte roto ese piloto tan abajo?

-De verdad que no estaba así. Tenía cada vez más cara de agobio.

-No digo que estés mintiendo, pero no logro entenderlo. Bueno, qué más da, termina por favor que tengo mucha prisa.

Él vuelve a apoyarse sobre el capó de su coche y sigue escribiendo mientras con parsimonia mira los papeles que ha ido sacando de una pequeña carpeta verde transparente. Los pasa, los lee, los vuelve a leer, les da la vuelta... Inés está empezando a perder los nervios, pero el sentimiento de compasión que se le ha despertado por ese niño grande le hace intentar no transmitírselo. Si se da cuenta se puede poner más nervioso y al final seguro que se equivoca y es peor. Le suena el teléfono.

-Sí, ¿dime Juan?

-Te estamos esperando.

-Ya, ya llego, lo siento.

-Es muy tarde.

Sí, de verdad que lo siento pero le he dado a un coche y estamos haciendo los papeles del seguro.

-¿Y te queda mucho? No podemos retrasarnos demasiado que hoy empiezan las clases, por eso habíamos puesto la reunión temprano.

-Media hora y estoy allí.

-Venga... qué desastre.

-Empezad sin mí y me incorporo.

Juan es de los pocos compañeros fiables que tiene. Inés Lorca es profesora de Literatura comparada en la universidad y le ha tocado por sorteo en una de las comisiones de contratación de profesores para cubrir un par de plazas que están vacantes por bajas médicas que se están convirtiendo en crónicas.

El chaval parece que por fin ha terminado -Toma, ya, ahora faltan tus datos y hacer el dibujito.

Inés coge los papeles-Venga, ya está, en un momento termino.

El problema de la reunión es que las cosas están tan mal en todas partes que hasta para plazas de sustituciones están sacando unas condiciones asquerosas. Es una vergüenza darle a alguien un trabajo que si apuras le va a costar dinero. Y lo peor de esa mañana es perderla discutiendo con sus compañeros.

-¿Me dejas tu boli que este se está acabando?. Sin mirarlo Inés estira el brazo y agarra el bolígrafo que el chaval le está dando. Al cerrar la mano le pilla los dedos además del bolígrafo. Él tarda un segundo más de lo lógico en quitarlos. -Perdona.

-Nada ya termino. Que menos mal que no pueden despedirme si no hoy estaba en la calle. Inés termina de completar el formulario, ha ido poniendo datos casi a voleo. Sin fijarse si era lo que le iban pidiendo en cada caso, pero la matrícula y su DNI están bien así que con eso la localizan y siempre puede excusarse en la prisa para justificar los errores.

-Ya, toma tu copia. La mandamos cada uno a nuestro seguro y listo. Lo siento y dile a tu padre que fue mi culpa. Ahí he puesto mi número de teléfono con lo que sea me llamas y si quieres hablo yo con tu padre.

Inés se monta en el coche pero antes de arrancar deja sentados en el asiento trasero a sus dos antiguos compañeros de viaje: Pedro Páramo y el señor sin nombre de Calvino. Ya han provocado un accidente, necesita que la dejen llegar a la facultad sana, salva y lo antes posible. Al entrar en el despacho la bronca ya está formada.

-Hola...lo siento, he tenido un golpe con el coche. Inés entra sintiendo de repente en sus hombros la pesadez ambiental que está dejando sin oxígeno la habitación. Recuerda al entrar allí la pesadumbre que se siente al deambular por Comala. La oscuridad ambiental llena de muertos está ahora sentada en su despacho.

-Ya qué raro. Dice Lourdes, la más agresiva de todas sus compañeras en cualquier situación.

-¿Qué raro qué? No empieces por favor, acabo de llegar pidiendo perdón. Baja las armas y déjame en paz.

Lourdes sigue en su línea y esa reunión -como otras mil- no va a servir para nada. Le encanta empantanar las situaciones. Si está ella en la mesa las cosas nunca se solucionan, siempre termina logrando levantar algún recurso y aplazando las decisiones. -Yo emito mi voto particular y recurro ante el rectorado la decisión de contratar al candidato número tres. Creo que no cumple todas las condiciones.

Inés, cansada de tonterías, se levanta. -Bueno, ahí te quedas, me voy, que a las doce empiezo las clases. Sale del despacho cargada con la carpeta de la asignatura, las fotocopias del programa y la bibliografía que les ha preparado, más un pequeño dossier de textos. No tiene porqué entregárselo, el departamento ya no tiene dinero para fotocopias. Las paga ella, nunca tiene matriculados más de veinte alumnos y prefiere regalarles esas primeras fotocopias antes de perder tiempo en que ellos se las saquen. Termina el cuatrimestre y la mitad de la clase no tiene los textos. Los años no pasan en balde e Inés se ha encontrado de todo después de tantos años dando clase. Va andando sin mirar hacia delante, distraída en las notas que tomó anoche para empezar hoy el curso. -Perdona, no iba mirando. Se ha chocado con una espalda que no ha visto plantada en mitad del pasillo.

Al volverse -¡Pero qué pasa, hoy vas a chocarte conmigo en todas partes! Es el mismo chaval al que le dio con el coche.

-No puedo creérmelo, lo siento, esto parece una broma ¿cómo puedo chocarme contigo otra vez?

-Será el destino. Dice desafiante mientras le mantiene la mirada.

-Será. Dice Inés nerviosa ante el desahogo del chaval ¿Estudias aquí?

-Sí, empiezo este año. He trasladado mi expediente porque a mi padre lo han destinado aquí y no había dinero para me quedase.

-Estupendo, pues ya nos veremos por los pasillo, aunque espero que sin más accidentes.

-No importa, me empieza a gustar que te choques conmigo.

Inés se ha puesto muy nerviosa ante la actitud del Chaval. Mientras intenta recomponerse para entrar en clase se siente seducida. Es humana y como la Emma Bovary que siempre le hubiera gustado ser -aunque ella sin marido- le encanta gustar. Sabe que se conserva bien. No es que sea tan mayor y lo lleva mejor que la media. Además, el poder que le otorga subir el escalón del estrado en las clases siempre le da mayor atractivo. Cada año hay algún estudiante que la busca por los pasillos o va a horas de consulta por cualquier tontería. Con los años ha aprendido a olerlos de lejos y sabe lidiar con ellos, pero este...No sabe ni como se llama... este es más osado que la media.

Entra en clase. -Buenos días, bueno tardes ya. Mira hacia las bancas, recorre con la mirada las filas de asientos. Solo están llenas las cuatro primeras, esa suele ser la media de sus matriculados así que no le sorprende tan poco público. Eso no es clase de Estadística ni de Materiales de construcción o algo parecido. Es clase de Literatura comparada. Mientras piensa esto continua mirando a sus nuevos alumnos hasta que desde la última fila ve como le devuelven una sonrisa amplia, descarada y burlona -Buenos tardes profesora Lorca, desde luego va a ser el destino.




1 comentario:

  1. El relato hasta: "Tenía cada vez más cara de agobio" está en presente, y ahí cambia sin justificación.

    Es raro que en la conversación telefónica: "-Sí, ¿dime Juan?

    -Te estamos esperando" se escuche al interlocutor.

    La explicación de quién es Inés Lorca entra un poco tarde.

    "Unas condiciones asquerosas" NO LO PUEDE DECIR EL NARRADOR A MENOS QUE SEA UN PERSONAJE.

    El sistema de guiones y los recursos para saber quién habla son incorrectos. ¡Y sobre todo si la protagonista es una amante de la Literatura.

    No se entiende de qué va el relato. ¿Casualidades? ¿Y?

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